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6. La última repetición separa a los grandes. (Spartan Beast)

Un calambre en el femoral izquierdo me inmovilizó por algunos segundos. Estaba a tan solo 2 kilómetros de la meta, pero mi cuerpo ya no respondía, mi cuerpo no daba para más. Nunca había corrido más de 15 kilómetros, y después del kilometro 19, mi cuerpo comenzaba a resentir todo el esfuerzo físico.

Era la Spartan Beast, la modalidad más demandante de las carreras Spartan. 21 kilómetros y más de 30 obstáculos, era a lo que me enfrentaba. Ya había corrida alguna Spartan anteriormente, pero nunca antes una tan demandante, nunca antes una que pusiera a prueba realmente mi entrenamiento y mi capacidad física.


"Cada una de esas personas en una batalla contra sus propios demonios y creencias"

7:15 de la mañana… era el día de la carrera. Afortunadamente, el clima nos sonrió. Había dejado de llover en la mañana y no había salido el sol. Las condiciones perfectas para correr.


La caminata al registro pareció ser un obstáculo más. Los nervios comienzan a invadir cada centímetro del cuerpo, comienzan a llenar la cabeza de anticipación e imágenes de cada kilómetro, cada obstáculo.


Número… listo. Chip… listo. Mochila de hidratación… listo. Llegó el momento del arranque. Se siente la energía electrizante del bloque. Cada una de esas personas le aporta a la atmósfera algo distinto.


Cada una de esas personas en busca de un objetivo.


Cada una de esas personas en una batalla contra sus propios demonios y creencias.


Cada una de esas personas rompiendo sus límites descubriendo hasta donde son capaces de llegar.


Al ritmo de Thunderstruck de AC/DC, comenzamos a correr. Ciertas dudas acerca de la preparación se disipan al entrar en acción. El “hubiera” desaparece al dar esos primeros pasos en dirección al primer obstáculo.


"Ese vaso tan solo es comparable con una piña colada en alguna playa de Yucatán"

Un par de kilómetros después, aparecieron los primeros obstáculos. Pasé los primeros con facilidad. La cuerda, los muros y el pasamanos, no fueron reto para el entrenamiento que había llevado a cabo. La confianza creció con cada kilómetro, con cada obstáculo, con cada uno de los pasos que te acercan más a la meta.


2 horas de carrera y no sabía en que kilómetro iba. La última colina, cargando un bote de más de 20 kilos, tuvo repercusiones sobre mi estado físico. Las piernas comienzan a resentir el trayecto y dejan de responder como lo estaban haciendo, dejan de subir las colinas con la facilidad previa.


"No se trata de ver cuales son tus limites, sino de darte cuenta de que no los hay"

Afortunadamente, la estación de hidratación estaba muy cerca. Me paré unos segundos a tomar un vaso con Gatorade para agarrar energía. Ese vaso tan solo es comparable con una piña colada en alguna playa de Yucatán, tan solo comparable con una cerveza helada después de unos buenos tacos.


Aproximadamente era el kilómetro 15, la distancia máxima que había corrido antes de la carrera, y mi cuerpo lo sabía. Por un momento, volvieron las dudas. Vuelves a pensar que no hiciste lo suficiente para soportar la distancia, que pudiste haber hecho algo más.

Pero sigues… dejas pasar todo eso y das un paso más. Olvidas eso y piensas en recorrer tan sólo un kilómetro más. Sólo uno más…


A lo lejos, alcancé a ver la meta. Del otro lado del cerro donde me encontraba, estaba el objetivo, estaba la gloria. Se podía ver en la gente, se podía sentir la energía. Gritos de aliento del público y de cada uno de los competidores, te empujan a ir por más, te empujan a ir por ese último tramo.


Comencé a apretar el ritmo, estaba a escasos 2 kilómetros. Ya podía sentir la medalla alrededor del cuello. Podía sentir como todo ese esfuerzo y ese dolor habían valido la pena. Hasta que llegue a la lanza.


"Ver como fallas ese obstáculo, es más doloroso que ser aficionado del Cruz Azul"

Si han corrido una Spartan alguna vez, saben de lo que estoy hablando. Mejor conocida como “te tocan Burpees”, la lanza era de los últimos obstáculos. Uno que consiste más de maña que de fuerza, la lanza se iba a encargar de acabar con mi físico. Torpemente, la lance por arriba del blanco. Ver como fallas ese obstáculo, es más doloroso que ser aficionado del Cruz Azul.


10 burpees… mis piernas ya no podían más. 20 burpees… me detuve unos segundos para agarrar aire. 30 burpees… mi cuerpo ya no me respondía. Comencé a caminar lentamente en dirección a la última colina.


"Podía sentir como todo ese esfuerzo y ese dolor habían valido la pena"

Al intentar subir el ritmo, sufrí el peor calambre en el femoral que jamás haya sentido. Me inmovilizó por algunos segundos, al mismo tiempo que logre hacer unos pequeños estiramientos.


Penúltimo obstáculo… subí la primera mitad de la barda. Al tratar de pasar la pierna hacía el otro lado, el calambre vuelve, y vuelve peor que nunca. Me quede congelado arriba del obstáculo sin poder moverme. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos de llegar a la meta.

Pero aquí es cuando no puedes parar. Aquí es cuando debes seguir adelante a pesar de todo.


A pesar del dolor. A pesar del esfuerzo. A pesar de todo lo que sufriste antes de la carrera y para llegar a este punto.


Debes seguir adelante.


Porque son estos momentos los que separan a los grandes.


Son estos momentos, cuando no puedes más, cuando crees que ya lo disté todo, cuando el dolor se vuelve casi insoportable, lo que determina el éxito.


Son estos momentos cuando cada paso que das hace la diferencia. Por más pequeños que sean estos, no puedes parar, no puedes rendirte.


"No hay mejor sensación que haber conseguido algo por lo cual tuviste que sufrir"

Ultimo obstáculo… unos anillos era la único que se interponía entre mi ya golpeado cuerpo y la gloria. Lo único que se interponía entre todo ese esfuerzo, todo ese sudor, todas esas horas entrenando, y una medalla.


Di un último esfuerzo, un último empujón, ese que hace la diferencia entre el cambio y permanecer de la misma manera, ese que te separa de tus sueños y el fracaso.


Por poco me resbale del anillo. Con lo último que tenia, logre agarrarlo con ambas manos y moverme hasta llegar al final. Llegué, crucé la meta. Un escalofrío atravesó todo mi cuerpo al hacerlo, al haber cumplido el objetivo que me haba impuesto hace unos cuantos meses ya.


"No se trata de los likes ni los comentarios en tu foto al final, sino de ver todo lo que tuviste que hacer para llegar a ese punto"

Porque no hay mejor sensación que esa en la vida. No hay mejor sensación que haber conseguido algo por lo cual tuviste que sufrir, por lo cual tuviste que mejorar, por lo cual tuviste que volverte una mejor persona para lograrlo.


No sólo en el aspecto físico, pero en cualquier meta que te impongas a ti mismo, en cualquier meta que te saque de tu zona de confort.


Porque no se trata de la meta en si, sino de la persona en la que te conviertes al intentar alcanzarla.


"no hay mejor sensación que esa en la vida"

No se trata del reconocimiento de otras personas, sino de cómo te sientes contigo mismo en el momento en que te dan la medalla.


No se trata de los likes ni los comentarios en tu foto al final, sino de ver todo lo que tuviste que hacer para llegar a ese punto.


No se trata de ver cuales son tus limites, sino de darte cuenta de que no los hay.


Y la única forma de hacerlo es con esa última repetición, esa última vuelta, esa última llamada, ese último correo que mandas.


Eso… es lo que separa a los grandes. 

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