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Tu primera carrera.

Actualizado: 28 ago 2018


¿Qué hago aquí? Es lo único que te pasa por la mente. 6:00 de la mañana y sientes el frío por primera vez al bajar del coche.


Tus piernas, heladas como el gin & tonic que te diste la semana pasada, tardan más de lo normal en responderte. La caminata desde el coche en dirección a los grupos de arranque, parece ser la carrera misma. Poco a poco, empiezas a entrar en calor con algunos movimientos extraños, según tu buenísimos, aunque seguro los sacaste del último video de Jane Fonda.


Obviamente, te tomas un par de fotos para tu Instagram, el ejercicio no ira al 100%, pero ese perfil tiene cada vez más seguidores, y no les puedes quedar mal. Llego el momento, audífonos… check, playlist “reguetón y éxitos del momento” … check, monitor cardiaco… check ¡3,2,1 y arrancan!


Empiezas a trotar a tu ritmo, no entiendes por qué te sientas tan cansada si apenas acaba de comenzar la maldita carrera. A tu lado, solo ves pasar a dos señores de 60 años con mochilas (probablemente uno de ellos se llama Raúl), y al cuate atascado de peluches que está en todas las carreras.


Kilometro 1 dice la marca, una combinación de emociones llega a tu cabeza porque jurabas que ya ibas en el kilómetro 3, y rezas porque el primer puesto de hidratación esté cerca. El grito de la gente alrededor no se hace esperar: gritos de ánimo, gente aplaudiendo, y una persona con peor físico que tú que te acaba de rebasar, te motivan a acelerar el paso y a avanzar cada vez más.


Cada paso que das y cada canción de Maluma Baby, te acercan cada vez más a esa anhelada meta. La idea de parar y empezar a caminar te pasa por la mente una y otra vez, pero sabes que no te puedes detener. Sabes que te preparaste para esto y más, son solo las voces del cambio. Son solo las voces que nos quieren dejar en el mismo lugar de siempre, haciendo lo mismo de siempre, pero no les pediste su opinión y sigues. Esas voces dejan de tener sentido, y por momentos, tan solo son ecos de una vida que ya no existe y que sabes no quieres volver a ver.


"Solo son ecos de una vida que ya no existe y que sabes no quieres volver a ver."

Kilómetro 4 dice la marca, se te olvida el dolor en los pies, la falta de aire y comienzas a correr cada vez más rápido. Todos esos miedos, todas esas voces y las dudas desparecen al dar ese último esfuerzo. Por un momento, no importan los problemas, no importa cómo va el trabajo, ni si ya pagaste las tarjetas, lo único que importa es la meta. Lo único que importa es el haber cumplido con lo que te prometiste.


No hay nada más satisfactorio que el haber logrado lo que te propusiste sin excusas, sin historias, sin importar lo que piensen los demás. Así es como se obtiene la confianza, así es como crecemos y progresamos como personas, así es como alcanzamos nuestras metas y nuestros sueños.


A lo lejos, ves el Ángel, solo algunos metros más para terminar tu primera carrera de 5 kilómetros. Sin darte cuenta, todo tu cuerpo agarra un segundo aire impulsándote hacia el final olvidando todo el dolor y el cansancio. No fue fácil, pero nada que valga la pena lo es.


No hay nada más satisfactorio que el haber logrado lo que te propusiste sin excusas, sin historias, sin importar lo que piensen los demás.

La medalla se siente súper ligera y pesada a la vez. No solo es una medalla, sino el reconocimiento a todo el esfuerzo que hubo detrás de esa carrera. La gente suele ver solo el resultado final, pero desconoce acerca de los sacrificios que tuviste que hacer. Desconoce cuántas veces te paraste temprano con toda la flojera del mundo y fuiste a correr. Desconoce todo lo que es esa medalla realmente.  


El desayuno posterior a la carrera te sabe a una combinación de orgullo y victoria. Pero te das cuenta de algo al ver la medalla y comerte esos merecidos huevos revueltos: esto es solo el comienzo, esto tan solo fue una pequeña muestra de lo que eres capaz si es que le dedicas el tiempo y energía a algo. Te das cuenta de que lo hiciste bien, pero que tienes la capacidad de correr mucho más rápido y por una mayor distancia.


"Esto es solo el comienzo, tan solo una pequeña muestra de lo que eres capaz."

¿Pensaron que una sola carrera, un solo momento, era lo único que podías lograr? ¿Pensaron que se había acabado después de una sola medalla? No… este tan solo es el inicio. Es el momento donde te reinventas a ti misma. Es el momento de poner a prueba tu voluntad, tu resistencia, tus límites. Es momento de enseñarles hasta donde puedes llegar y lo que estas dispuesta a hacer para lograrlo. Te sientes orgullosa y agradecida por lo mucho que lograste y por lo que hiciste, pero al mismo tiempo, te das cuenta de lo mucho que te falta por alcanzar.


Ya no se trata de verse bien o de hacer algo de ejercicio por salud, es algo mucho más grande. Se trata de un reto contra ti misma. Se trata de demostrarte que puedes conseguir lo que sea con constancia y disciplina. Se trata de progresar y crecer. La felicidad no se encuentra en las cosas materiales, no se encuentra en tener un mejor físico que los demás, ni ganarles a los demás en alguna competencia. La felicidad esta en mejorar, en adquirir habilidades y volverse cada vez mejor. Ya sea en tus relaciones, en el ejercicio o en lo económico, la verdadera felicidad esta en progresar y mejorar, la carrera es solo un medio para lograrlo.


6:00 de la mañana. El maratón de la Ciudad de México está por comenzar. Y lo único que te pasa por la mente es, “¿qué hago aquí?” 


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